Familia

módulo 1-La dimensión de la sexualidaden la educación de nuestros niños,niñas, adolescentes y jóvenesprograma nacional de educación sexual-Colombia





 ADOLESCENTES : GUÍA PARA PADRES Y MADRES

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 La afectividad en el/la bebé humano/a-click aquí para ver video




Aprender a nutrir la relación familiar, lleva al equipo a compartir herramientas para abrazarla con la solidaridad, la capacidad de tender una mano amiga, poner el hombro, dar un abrazo, la palabra a tiempo pero sobre todo es darse cuenta de que el otro(a) existe y merece respeto, ternura y atención.




REFLEXIONES








BASTA YA!!! DE MALTRATO INTRAFAMILIAR!!!












UN CUENTO PARA PENSAR LAS RELACIONES EN FAMILIA:










A nuestros hijos

Frei Betto | alainet.org
No tengo hijos. Pero, obviamente, soy hijo, junto a otros siete hermanos. Pero si me faltan hijos biológicos, los tengo espirituales o por vínculos de parentesco. Los sobrinos son 16. Sobrinos nietos, 14, de los cuales nueve menores de cinco años.

Cuando se habla del legado a los hijos hay quien inmediatamente piensa en dinero. Está bien que los padres quieran hacer algunos ahorros pensando en el futuro de sus vástagos. Pero… ¡cuidado! No es dinero lo que un hijo espera principalmente de sus padres, aunque no sepa expresarlo. Es amor, amistad, apoyo y sobre todo ejemplo de vida. Thomas Mann decía que un buen ejemplo es el mejor legado de los padres a los hijos.

Aunque los padres, zarandeados por la rueda de la fortuna, dejen a sus descendientes gruesas fortunas, éstas no debieran ser el principal legado. Nada más peligroso para un joven que centrar su autoestima en la cuenta bancaria o en el patrimonio familiar. Es el camino mejor para volverse arrogante, prejuiciado y vulnerable a las drogas. Sobre todo a la cocaína, cuyo efecto anaboliza la prepotencia. Al primer revés, el heredero se irá al abismo, por no estar preparado para enfrentar la realidad.

Quien no se siente valorado subjetivamente corre el peligro de querer alimentar su autoestima a través de valores financieros y patrimoniales. El tener suplantando al ser. Como el deseo tiene hambre de infinito, el tamaño de la ambición suele tener la medida de la profundidad de la frustración. En la Roma antigua los filósofos aconsejaban considerar lo necesario como suficiente. Un sabio consejo para saber lidiar con la avasalladora pulsión consumista que asola el mundo.

Educación y espiritualidad

El mejor legado para los hijos es, sin duda, una buena educación. No me refiero sólo a la escolaridad, que es imprescindible. Las encuestas comprueban que, en el mercado del trabajo, el nivel del salario corresponde al de la escolaridad. Conocimiento es poder.

La educación ética debiera ser el principal legado a los hijos. Y ésta proviene del ejemplo de los padres. Éstos deben escoger: ¿infundir en los hijos actitudes de competitividad o de solidaridad? El profesor Milton Santos, de la USP, enfatizaba la importancia de perseguir los bienes infinitos, no sólo los finitos. Esta advertencia cobra especial importancia en este mundo desimbolizado, desencantado, en que vivimos, donde se carece de apertura a los valores trascendentales.

En su Metafísica de las costumbres, advierte Kant: “Todo tiene o precio o dignidad. Lo que tiene precio puede ser sustituido por su equivalente; al contrario, lo que no tiene precio, ni por tanto equivalente, es lo que tiene dignidad”. En otras palabras, el saludable orgullo de ser ético se contrapone a la miserable satisfacción de ser astuto.

Un niño no debe ser orientado al consumo sino al aprendizaje, a los juegos y fantasías. Un joven será tanto más ciudadano cuanto más se le inculquen esperanzas altruistas, ideales, sentido de vida y utopías.
Todo niño es mimetista. Si sus padres dicen que toda persona merece respeto y al mismo tiempo tratan a la doméstica como esclava virtual, con seguridad que el hijo hará lo mismo cuando sea adulto. Y lo mismo en lo tocante a la preservación o degradación ambiental.

El legado moral consiste en evitar que el hijo se haga prejuiciado, mentiroso, envidioso, y sepa tratar a cada ser humano con pleno respeto a su dignidad y a sus derechos. Sobre todo, que tenga espíritu crítico y disposición de hacer el mundo menos desigual y más justo.

Todos seguimos el episodio reciente, en Rio de Janeiro, en que un joven irrespetó la señalización de “prohibido el tránsito” en un túnel en obras y mató a Rafael, de 18 años, hijo de la actriz Cissa Guimarães con el músico Raúl Mascarenhas. Según el noticiero el padre del joven homicida habría sobornado a los policías encargados de castigarlo. De tal padre tal hijo.

Esto vale también para otros sectores de la vida. ¿Cómo vamos a quejarnos por el hijo obeso si los padres se llenan en la mesa, engullendo azúcares y grasas saturadas?

Con frecuencia me consultan padres de adolescentes acerca de cómo actuar ante la indiferencia religiosa de sus hijos. Mi primera reacción es decir que la pregunta llega con diez años de retraso. Si los hijos tuvieran 6 u 8 años, y no 16 o 18, yo sabría qué aconsejarles: oren con ellos, lean y comenten la Biblia, tomen en serio el carácter religioso de fechas como Pascua, Navidad o, en caso de que no sean cristianos, las efemérides propias de su denominación religiosa.

Y ejercítenlos en la cada vez más rara virtud de la tolerancia. Dios no tiene religión. Enseñen a sus hijos a no considerar la diferencia como divergencia.

Por ley natural los padres mueren o transviven antes que sus descendientes. Pregúntense: ¿qué imagen dejarán ustedes en la memoria de sus hijos? Acuérdense de sus propios padres y abuelos. ¿Qué legados positivos y negativos grabaron ellos en su memoria afectiva? ¿Dejaron nostalgias?

La parábola

Un hombre muy rico, atacado por una grave dolencia y advertido por los médicos, convocó a sus hijos y nietos para comunicarles la herencia que les iba a dejar. Se presentaron todos, ansiosos, en el hospital. Y formaron un gran corro alrededor del lecho.


Dada la orden, el abogado del enfermó abrió un maletín y distribuyó a los herederos cajas de fósforos, una para cada uno. Decepcionados, se miraron de reojo y al abrir la cajita encontraron unas pequeñas semillas. El hombre, tomando en sus manos una de las cajas, explicó: “Esta semilla es la del amor; ésta, de la solidaridad; esta otra, de la compasión; ésta, de la amistad; y aquélla, del perdón. Si ustedes saben cultivarlas van a ser felices”. Y añadió: “La fortuna que acumulé será destinada a obras sociales”. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “El arte de sembrar estrellas”, entre otros libros. http://www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.

Artículo original en http://www.alainet.org/active/42177 


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PREGÓN A LA VIDA SEXUAL DE LOS SESENTA.

Por Cosme Puerto Pascual, dominico.

Sexólogo.


Me invade una cierta nostalgia de mi vida sexual pasada al entrar en esta nueva década. Parece que no, pero "duele" llegar a la sexualidad de edad avanzada, como la llaman ahora. Lo digo de vez en cuando que "soy un viejo ya", es que de verdad "lo soy". Y no me gusta sentirme sexualmente viejo y, serlo menos aún. La sexualidad del viejo no está de moda hoy. No vende. ¿Cómo es posible? Porque es la edad de la solera sexual. Es el tiempo del buen vino con solera sexual envejecido durante años en las cubas de robles americano con el paso, la experiencia y el aprendizaje de los años. Es el momento de los ricos frutos hechos...

Estoy lleno de ilusiones en mi vida sexual célibe y en mi labor de sexólogo. Pero esas ganas de seguir viviéndola y trabajando para que otros la vivan de manera sana y positiva me hacen pensar, mirando a los años, que quedan poco y, quisieras que quedara todo. Queda mucho atrás en mi vida sexual. La sexualidad de mi infancia donde esta realidad era sucia, fea y mala, por no decir "pecado". Ese despertar sexual en el seminario dominicano de Villava donde nadie te decía nada sobre este tema. Donde la educación sexual era un sueño a reprimir, porque de lo malo no se habla, ni se educa.

El ingreso en el noviciado donde reprimirla, era la única salida, para ser seguidor de Domingo de Guzmán. La filosofía donde nos dedicábamos a pensar en todo, menos en la persona sexuada, sexual y erótica, que somos. La teología en Salamanca donde pude por primera vez, leer algo sobre la sexualidad humana y comenzar a intuir que podía ser la vocación de mi vida. Terminó la teología y me enviaron a Madrid, donde los fieles que acudían a tu dirección espiritual preguntaban por el tema, del que nada nos habían hablado, ni enseñado, de no ser a tenerla un gran miedo por lo peligrosa que era.

Por fin la dulce y tranquila ciudad de Palencia, donde intuí que para ayudar a los demás a tener paz con el sexo, primero la tenía que conocer yo. Fue en esta ciudad donde empecé a intuir mi futura vocación sexológica y prepararme en serio en este campo tan importante de la vida para ser un buen sacerdote y guía de almas. Regreso de nuevo a Madrid y estudios en el Instituto de Ciencias Sexológicas de Madrid. Años de estudio, investigación y búsqueda de la verdad sexual para gozar un poco de la libertad, que ella proporciona en la medida, que se la encuentra en medio de grandes esfuerzos.

Por fin dedicado durante años a estudiar y enseñar lo que somos: personas sexuadas, sexuales y eróticas. No tenemos cuerpo, somos cuerpos sexuados. Hoy es más el atrás de mi sexualidad que lo que queda por delante. Ya muchas cosas en ese campo son imposibles. Ya no pienso en comerme el mundo sexualmente como en mis años jóvenes...Yo ya... a mis años no puedo comenzar grandes cosas en este campo de mi sexualidad... No me es indiferente cumplir años. Así de claro. Hay ya imposibles sexuales por la edad... Pero quizás esto sea nada más que esa manera de mirar en la que sólo se mira mirando al cuerpo sexuado y erótico que no responde como respondía en mis años de púber y adolescente, donde dominarlo e integrarlo casi me era imposible en mi todo personal. Cada nuevo año es un regalo para este cuerpo que está más changado, que tiene goteras, que las hormonas le faltan, que se cansa más en mis cursillos sobre el sexo..., se arruga...no responde y me pide descanso cada vez con más frecuencia para recuperarse.

Hay otra forma de mirar el sexo, la sexualidad y la erótica de mi vida célibe, pero, la verdad, no me viene a la primera. El que venga, es de nuevo fruto del esfuerzo de cada día, del trabajo personal, de la reflexión actualizada... Esa actitud positiva de ver mi sexualidad como un gran regalo de Dios, para que viviéndola como corresponde a la fase de mi vida y vocación me haga feliz y haga feliz a los que caminan conmigo como amigos de camino. Que no me arrepiento de lo vivido en mi sexualidad, que me gusta, que lo acepto, que le doy gracias a Dios por ello. Es la mía. Es la que tengo con aciertos, sobras, errores, luces, dudas, muchas veces a tientas...

Creo que de vivirla otra vez, cosa imposible, volvería a elegir la sexualidad célibe, aunque replantearía muchas cosas desde lo que ahora sé para llegar a la plenitud. Pero de ignorarlas me gustaría volver a vivir el mismo camino y poner un poco más de empeño y esfuerzo para logra la paz y la felicidad sexual que tengo ahora.

Siento que me cuesta borrar a gente que me hizo daño en mi labor de sexólogo cristiano. Están dentro de mí, pero de otra manera, está huella que me dejaron, no ellos... Miro bien y, la verdad, hay algunos, pero muchos menos de los que me han apoyado solicitando y necesitando de mi labor sexológica para ser ellos un poco más libres y felices en su sexualidad. La felicidad aportada a estos ha aliviado y oscurecido la negatividad de los primeros.

De poderla vivir otra vez pediría a mi fe, a la Iglesia cristiana que no contribuya con su educación sexual negativa y represiva a ver la vida espiritual y la sexualidad como enemigos irreconciliables. Ello hizo que durante mucho tiempo haya visto mi sexualidad célibe como algo que poco o nada tenía que ver con mi voto de castidad, a no ser en su función trasmisora de nueva vida. De encerrar la sexualidad en una cárcel represiva y no poder dialogar con ella en el camino de mí vida hacia Dios como dos grandes enemigos. Cuando doy charlas o clases de educación sexual a personas cristianas observo con tristeza de que dejan la fe en Jesús para buscar en otras religiones lo que no encuentran en la cristiana.

Me ha resultado muy doloroso en mi pasado sexual, ver a las personas más creyentes como los peores enemigos para aceptar y educar sana y positivamente este gran regalo de Dios. Me ha resultado muy doloroso en mi vida cristiana comprobar en esta labor cuan profundamente me han herido los representantes de la Iglesia. Por la labor que me han negado realizar, por lo heridas que sienten muchos fieles, por el mal que les ha hecho y por las culpas en la que viven sin encontrar la paz sexual con ellos mismos y los demás, por las cargas impuestas en este campo que ni los mismos pastores estaría dispuestos a llevar sobre sus hombros. Supuestamente en nombre de Dios, sobre la sexualidad y el modo personal de vivirla. No pocos de ellos se sienten privados a causa de ello de experiencias religiosas y espirituales sexuales sanas y positivas, que nunca ya les será posible experimentar y vivir.

De poder volver para atrás, me gustaría dedicarles mucho más tiempo a la liberación de esas cargas de culpabilidad, para que experimenten en su sexualidad el amor que Dios les tiene. Para ayudarles a encontrar de nuevo el acceso de su camino sexual a Dios como fuente de espiritualidad y libertad interior. Para que descubran en relación con la sexualidad al Dios, que yo he descubierto a través de la vivencia sana y positiva de mi sexualidad. A que experimenten a un Dios distinto del que les fue trasmitido por la Iglesia cono negador, represor y perseguidor de la sexualidad creada por Él. Lo cual pueda también llevarles, con el tiempo, a vivir cada vez más la sexualidad en su estado de vida como un regalo, a verla como algo que puede ser perfectamente conciliado con su vida religiosa y con la espiritualidad. Para que tomen conciencia de una actitud positiva ante su sexualidad, de que pueden encontrar en la relación con Dios y la espiritualidad una fuente de donde fluye una gran riqueza para vivirla gozosa y plenamente.

Lo que verdaderamente queda dentro de mi, con los 60 en las manos, es mucho, y por lo que tengo que estar muy alegre y agradecido. Son muchas las personas que se han integrado a mi labor sexológica, que no me olvidan y no puedo olvidar. Hay gente que ha entrado en mi mundo sexual y ya no ha salido. Se quedan agradecidos y buscando un poco más de mí en este campo. Soy como un hogar para otros y desean comer conmigo del banquete de la felicidad sexual. Creo que ser útil sexualmente a muchos que me necesitan para sanarla, vivirla de forma positiva, gozosa y creativamente es algo fundamental y me anima a seguir viviendo el poco o mucho futuro, que tenga.

La entrada en la fase evolutiva de los sesenta años me recuerda como cualquier otra fase evolutiva de ella, que hay hechos innegables que forman parte de esa etapa y como tales han de ser amados, aceptados por mí al ir entrando en ella. Nos referimos a los grandes cambios somáticos, psicológicos, afectivos, sociales y religiosos que pasan a ser diferentes de cómo eran en fases sexuales anteriores. Esas condiciones y cambios se relacionan e influyen entre sí, a lo largo de mi pasado, presente y futuro de mi historia sexual célibe, conformando las diferencias individuales en el proceso de envejecer.

Es necesario en el momento presente dedicar atención y realizar un esfuerzo de comprensión a la sexualidad de la edad avanzada que comienzo a vivir. Este ha sido el objetivo prioritario que me he propuesto al hacer este pregón sobre mi sexualidad a los sesenta. Cuando no le prestamos la atención debida de forma progresiva y apacible para ir procesando de forma lenta y paulatina estos cambios sexuales, se pueden provocar intensas crisis que a la postre se sumarán al propio envejecer de mi sexualidad célibe, obligando a realizar ajustes para la nueva situación, a reorganizar mi propia vida sexual. Lo que distingue a las personas en el proceso de envejecimiento sexual de sus vidas es la actitud positiva o negativa , con que se asume el propio envejecer sexual.

En cualquier caso se hace necesario superar la tendencia propia de esta etapa de la vida sexual, de adoptar una estrategia defensiva, pasiva, de conservar lo ya adquirido, de agarrarse a lo que le ofreció seguridad en vez de continuar avanzando en el crecimiento sexual y asumiendo un cierto riesgo por alcanzar las metas de las nuevas fases de mi vida sexuada y erótica. Esta actitud de apertura ante esta fase de mi sexualidad supone seguridad en mí mismo y determinación para arriesgarse a continuar desarrollándose, venciendo el miedo a perder lo que en la vida sexual he conseguido durante años. Solamente es avanzando en el crecimiento de mi vida sexual como no solo se conserva, sino que se supera, lo que fui adquiriendo durante la vida anterior.

Mi entrada en la década sexual de los sesenta la realizo con una sexualidad emocionalmente sana y en paz. Buscando que esta nueva década de mí vida sexual sea una nueva oportunidad de alcanzar realizaciones importantes o de consolidar logros sexuales que fueron perfilados en mis épocas anteriores.

Soy consciente de las transformaciones de esta década sexual y que añaden a mi pasado de donde procedo algunas perdidas inevitables en mi sexualidad. Las tensiones emocionales por esas perdidas puede ocasionarme algunos trastornos e intensificar un malestar generalizado.

Pero a la vez deseo y busco una actitud lo más positiva posible y relacionarme con el ambiente en que vivo por medio de relaciones sexuadas y sexuales-afectivas no genitales significativas, teniendo en cuenta mi descanso, trabajo, para reafirmar en mi identidad sexuada, desarrollando una gran autoestima sexual en niveles satisfactorios y obtener la calidad de vida sexual mejor posible a estos años.

Somos seres sexuados también durante la edad adulta avanzada. Como en otras fases de la vida la sexualidad necesita ser reconocida y canalizada convenientemente. Esto no es fácil para los célibes por muchos motivos. Generalmente los religiosos ancianos han recibido un tipo de formación en el que no se tocaba lo sexual y afectivo y, cuando se hace, esta inundado de un lastre de negativismo y culpabilidad. Con ese lastre algunos célibes han cargado toda su vida aunque en muchos momentos y sobre todo ahora no saben que hacer con ella y perciben que frena su marcha y su desarrollo pleno en el gozo y la alegría. Todo esto es fruto de una moral legalista, rígida y represiva, dominada por la educación que se impartía y que ellos mismos han impartido. Olvidando que la sexualidad célibe es un nuevo etilo o forma de vivirla en positivo.

A lo dicho anteriormente hay que unir el estereotipo sexual del célibe ampliamente extendido de que las personas religiosas tienen muerta su sexualidad, que ya no tienen tentaciones porque su apetito sexual está un poco disuelto en los años. Y si manifiesta inclinación sexual se le considera despectivamente y se le recrimina porque a sus años eso no esta bien.... Se olvida que el célibe mayor tiene menos potencia, pero se mantiene el deseo y la posibilidad de plena realización y gozo sexual. No debemos olvidar que aumentan las necesidades sexuales afectivas y si no son alimentadas, es la etapa de nuevos abandonos del camino consagrado para encontrarlo fuera de la comunidad.

Es muy importante a estas edades a pensar, sentir la sexualidad como algo saludable, que no se circunscribe sólo a lo genital sino que se extiende a la dimensión de las relaciones afectivas sexuales con los demás y con Dios. La sexualidad se expresa en la necesidad de ternura, caricia y necesidad de nuestras afectivas en el campo comunitario. Todo esto es necesario a la sexualidad de esta edad como el aire que respiramos, como el agua que el organismo necesita para vivir y no enfermar.

Me gustaría en esta década de mi vida desarrollar el estereotipo de un buen amante de Jesús y los hermanos a través de una relaciones afectivo-sexuales profundas, cariñosas, tiernas y creativas. Nuestras comunidades religiosas de personas mayores tienen que ser academias de ternura oblativa no posesivas del amor que Dios nos tiene y nos llega a nosotros a través de los hermanos. Es la edad en la que debemos dedicar nuestras vidas de forma prioritaria a aprender el arte de la ternura y de la caricia, sin la cual no puede realizar la sexualidad plenamente la persona célibe mayor.

No olvidemos que la sexualidad a estas edades se expresa en encuentro con el otro, relación, comunicación, diálogo, en el deseo de sentirse estimado y amado, en la satisfacción que produce el recuerdo y en el abrazo de las personas queridas. Se revela en la apertura de sí, en la entrega a los demás, en la actualización constante del potencial de fecundidad interior y exterior dentro y fuera de la comunidad. Todo ello podrá ser vivenciado en esta década de nuestra vida sexual si reconocemos el valor de la sexualidad célibe y la vivimos con normalidad orientándola desde nuestro voto de amor.

Hoy no hay concepto con la sexualidad y el amor que no esté en crisis. Esto no me sorprende a mis años. Fue así en mi pasado y así será en esta nueva década de mi vida sexual. En mi pasado tuve que recrearla siempre desde mi propia vida sexual célibe, desde la realidad de mi vida real, desde conceptos y valores viejos o nuevos pero siempre redimensionados por cada uno. Esto me lleva a preguntarme: ¿Cómo será la sexualidad después de mí muerte?.

Recibí de mis padres un cuerpo sexuado, poco a poco fui creando y aprendiendo a través de mi proceso evolutivo mí propia sexualidad. No me preocupa el saber que tengo nuevamente que aprender la de los sesenta. Ya lo he hecho en las otras etapas de mi evolución sexual. Tampoco me preocupa el cometer errores y desaciertos sexuales, sí me inquieta mucho, el no saberlos vivir con un gran humor, con falta de espíritu de superación, con un gran animo para corregirlos y seguir con más ilusión el camino hacia la meta final. Soy un peregrino sexual hacia la casa de la felicidad eterna y ahora solo es una sombra de lo que será un día, ya no muy lejano para mí.

Muchos célibes de edad se quedan mirando al pasado, al presente y no se atreven a mirar el futuro como si el futuro sexual ya no les perteneciese. Pero el futuro sexual existe para ellos aunque sea solamente de semanas, meses o pocos años. Mientras tenemos vida somos personas sexuadas, sexuales, eróticas y, hay posibilidades de realización, hay sentido y hay futuro sexual.

La sexualidad de la vida célibe avanzada no debe tener como principal ocupación suya la de cantar las excelencias de la moral sexual, Lo que significaría hablar mucho más de nuestra situación psíquica, de nuestras sobras negativas y de la carencia de una vida sexuada y sexual como camino de vida espiritual realizadora y gozosa, como etapa sexual que nos lleva a la plenitud. Pero la moral sexual es consecuencia de la vida sexuada en el espíritu y no a la inversa. Los que vienen detrás de nosotros nos exigen la vivencia de una sexualidad liberadora de una ética legalista y carente de vida espiritual gozosa. Quien ver en los mayores unas experiencias de una rica espiritualidad en un cuerpo sexuado como en el que se encarnó Cristo y que dé como fruto experiencias sexuales-afectivas sanas y positivas del mensaje liberador de Jesús.

Aprovecho este pregón para darle gracias al Dios en el que creo y que me dio el gran regalo de mi sexualidad. Que pone en el horizonte de mi madurez personal a mi disposición en la década de los sesenta una sexualidad sana, positiva, realizadora y gozosa, que abarca la totalidad de mi persona, que hace que todo mi ser desea ser tocado, acariciado y trasformado por su mano amorosa, compasiva y la gracia misericordiosa del mensaje liberador de Jesús.

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VIDEOS DE BERNARDO STAMATEAS CON CONTENIDO PARA CRECER COMO PERSONAS 

BERNARDO STAMATEAS, escritor, psicólogo, sexólogo cínico y terapeuta familiar y autor de las obras como Relaciones Tóxicas, Heridas Emocionales, Gente Tóxica, Fracasos Exitosos, Quiero un Cambio, Quereme Más y muchos otros.